¿Por qué medir el Desarrollo Regional?

Normalmente se reconoce a Chile como uno de los países con mejores indicadores económicos y sociales de América Latina. Es el que tiene la esperanza de vida más elevada de la región según la Organización Mundial de la Salud, el de mayor capital humano (World Economic Forum, 2015), el de más PIB per cápita de acuerdo al Banco Mundial y, según CEPAL, uno de los países con menores tasas de pobreza e indigencia, entre muchos otros indicadores.

Sin embargo, no da lo mismo dónde nacer o vivir para acceder al aparente exitoso ‘Chile de los promedios’. Además de la ya conocida y estudiada inequidad socioeconómica del país, se debe considerar la signi cativa desigualdad a escala regional, expresada en una amplia gama de indicadores.

Centremos el análisis por un momento en el PIB per cápita, indicador ampliamente utilizado para hacer comparativas internacionales y que, en Chile, se suele emplear por el mundo político para ver qué tan lejos o cerca se está de ser un ‘país desarrollado’.

De acuerdo al Banco Mundial, en 2013 este indicador alcanzó los USD 22.000, lo que insertó a Chile como una de las 50 mayores economías en el mundo a este respecto. Al desglosar los números, se aprecia que la Región de Antofagasta superó los USD 37.000, cifra similar a la de países altamente desarrollados, como Francia, Inglaterra, Japón, España e Italia, por ejemplo. Mientras tanto, la Región de La Araucanía apenas sobrepasó los USD 4.600, número que comparte con países como Vietnam, Samoa, Sudán, Pakistán y Nigeria.

De esto se obtienen tres grandes conclusiones: a) el gran efecto de la minería sobre la economía chilena, con las distorsiones que ello genera; b) lo inadecuado que es el PIB per cápita por sí mismo para medir desarrollo (¿son medianamente similares Antofagasta con Barcelona o Temuco con Hanói?); y c) las significativas brechas territoriales a lo largo del país.

Disparidades de este tipo abundan. Por ejemplo, de acuerdo a la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) de 2013, en La Araucanía casi el 28% de la población vive en condición de pobreza (y otras superan el 20%, como Maule, Biobío y Los Ríos), cuando en Antofagasta llega sólo al 4% y en Atacama apenas supera el 7%; el ingreso promedio mensual por hogar en la Región de Antofagasta es más del doble que en la de La Araucanía, Maule, Biobío y Aysén; en términos promedio, un adolescente de la Región Metropolitana tiene al menos dos años escolares más que otro del Maule; y, entre otros muchos indicadores, menos del 30% de los jóvenes de Aysén y Los Lagos realizan estudios superiores, mientras que más del 40% en Valparaíso, Magallanes y Biobío sí lo hacen (Ministerio de Desarrollo Social, 2015).